En Praga, ciudad, la luz va y viene. Los inviernos son largos y fríos y en veranos sale el sol. Es una ciudad para caminarla con calma y tranquilidad, para embobarse con sus rincones, calles y mezclas de estilos arquitectónicos. Praga, grupo, cautiva con las mismas sensaciones que un paseo por la capital de Bohemia. En su disco de debut conviven los clarososcuros; las canciones melancólicas, desesperantes, de ritmos pausados contrapuestas con canciones luminosas y efervescentes; atmósferas que construyen un mundo hipnótico, delicado y frío con canciones que transmiten optimismo. Temas que se toman tiempo para desarrollarse por un camino pausado y temas con la concreción necesaria cuando es preciso, que angustian por momentos y que reconfortan el espíritu en otros. Probablemente la influencia casi mística del lago de Bañolas, su población de origen y lugar de donde han surgido grupos de culto como Kitsch o Fang, los ha aproximado hacia el rock emocional y alternativo con el que se presentan. En la propuesta de Praga se escuchan los delicados tejidos de guitarras de The Cure, la densidad de A Perfect Circle, la emoción de Jeff Buckley, del que hacen una versión, y el centelle de Bjork en la voz de su cantante femenina. Praga utilizan inteligentemente diferentes idiomas al servicio de la sonoridad y el carácter de las canciones: el inglés para el optimismo de saturday o Finding the Paradise, el castellano para el realismo de Amor enfermizo o Tal vez y el francés para la sensualidad de Chat noir o Praga.

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