Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México Yoo-Cornejo: Franck-Haydn
Various Dates
Periferico Sur 5141 14030, Ciudad de México, Ciudad de México
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No te pierdas el concierto "Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México Yoo-Cornejo: Franck-Haydn" el próximo Sábado 24 de Septiembre de 2022 en Sala Silvestre Revueltas, Periferico Sur 5141 14030 a partir de las 18:00
Con los artistas:Haydn
Franz Joseph Haydn (Rohrau an der Leitha,31 de marzo de 1732 - Viena, 31 de mayo de 1809), compositor austríaco de música clásica, representante de la época clasicista.
Su hermano Michael también fue compositor, aunque menos conocido.
Nació en Rohrau, una pequeña población cerca de Viena (Austria), y cerca de la frontera con Hungría, en 1732, y fue el segundo de los doce hijos de Matthias Haydn y Anna Maria Koller. El padre era fabricante y reparador de carros al servicio del conde Harrach.
Entró como niño cantor en el coro de la Catedral de San Esteban en Viena donde estuvo durante diez años, hasta que en 1749 Haydn alcanzó la edad en la que ya no pudo cantar tonos agudos, por lo que fue despedido del coro. Unos amigos lo acogieron en su casa, y decidió convertirse en músico independiente, transcurriendo diez años difíciles, en los que tuvo que trabajar en diversos empleos relacionados con la música, destacando el ser sirviente del compositor italiano Nicola Porpora. Haydn sacó partido de estos años al ir adquiriendo mayores conocimientos musicales, hasta el punto que compuso sus primeros cuartetos de cuerdas y su primera ópera, además de que su reputación como compositor empezó a crecer y se hizo conocido de personas influyentes de Viena.
Al final de este período, en 1759, Haydn recibió una oferta de empleo importante, que fue la de director musical del conde Morzin. Su misión consistía en dirigir la pequeña orquesta del conde y programar la música para cada evento. Al mismo tiempo componía, y escribió sus primeras sinfonías para la orquesta. El conde Morzin padecía dificultades económicas, por lo que a los dos años despidió a todos sus músicos. No obstante, Haydn encontró enseguida un empleo similar como asistente del director musical de la familia Esterházy, una de las más ricas e influyentes del imperio austríaco, y que residía en invierno en Viena y en verano en dos palacios de su propiedad, uno al sur de la capital y otro en Hungría. Los Esterházy eran amantes y conocedores de la música y le dieron todo el apoyo que necesitaba para su labor, incluso su propia pequeña orquesta. Empezó a trabajar para el príncipe Paul Anton Esterházy en 1762, y muerto éste al año siguiente, en 1763, sirvió a su hermano Nicolás llamado el magnífico durante casi treinta años. En su nuevo cargo, Haydn tuvo una gran responsabilidad, que consistía en componer música para cada ocasión, dirigir la orquesta, interpretar música de cámara con miembros de la orquesta y también de la familia, y organizar el montaje de óperas (presentaba todas las semanas dos operas y dos conciertos, además de las obras especiales para los visitantes destacados, y conciertos de música de cámara diarios en los que tocaba el propio príncipe la viola de bordón). A pesar del intenso trabajo, Haydn se consideró un hombre afortunado: " mi príncipe está satisfecho con toda mi obra, se me elogia, y yo como director de orquesta puedo hacer experimentos, observar qué refuerza un efecto y qué lo atenúa y hacer mejoras, intentando cosas nuevas".
Al ver que su situación era estable, Haydn se casó en 1770, pero el matrimonio no se entendía y no tuvieron hijos. Tuvo por el contrario una larga relación sentimental con una cantante de los Esterházy, con la que, según algunos biógrafos, tuvo uno o varios hijos.
Transcurrieron casi 30 años en los que Haydn trabajó en este cargo y en los que compuso un sinfín de obras. A lo largo de este tiempo su estilo fue desarrollándose y su popularidad fue creciendo. Con el tiempo llegó a componer tantas obras para su publicación como para los Esterházy. Obras tan conocidas actualmente como sus Sinfonías de Paris fueron compuestas en aquellos años. En 1781 Haydn estableció una estrecha amistad con Mozart, sobre cuyo trabajo había tenido alguna influencia en los años anteriores. Sintió una gran admiración por Mozart y por la maestría con la que había escrito sus recientes óperas y conciertos. Por su parte, Mozart se esforzaba en componer música de cámara que estuviese en su opinión a la altura de Haydn, a quien dedicó unos cuartetos de cuerda.
Un año después de la revolución francesa de 1789 que conmocionaba a toda Europa, en 1790, murió el patriarca de los Esterházy y su sucesor resultó ser un hombre sin interés por la música, que despidió a la orquesta y jubiló a Haydn. Con tal motivo aceptó la oferta de un empresario musical alemán para viajar a Inglaterra y dirigir sus nuevas sinfonías con una gran orquesta. Su estancia en ese país fue un gran éxito. Haydn alcanzó una amplia fama y tuvo considerables ingresos. En Inglaterra compuso también algunas de sus obras más sobresalientes, como las Sinfonías de Londres (entre ellas la Sinfonía nº 104 "Londres") y las Sinfonías Militares, el Cuarteto Reiter o el Rondo Gitano para trío con piano.
Habiendo considerado quedarse en Inglaterra, Haydn finalmente volvió a Viena, donde se hizo construir una gran casa, y decidió dedicarse a la composición de obras sacras. Escribió dos grandes obras, el Oratorio La Creación y el Oratorio Las Estaciones, así como seis Misas. También compuso los últimos nueve Cuartetos de cuerda. A partir de 1802 una enfermedad que había tenido anteriormente volvió a aparecer y se desarrolló hasta tal punto que ya no era capaz de componer, si bien en su mente las ideas de nuevas obras fluían con facilidad. A pesar de estar bien cuidado y no faltarle de nada, así como de tener amigos y ser un músico apreciado, Haydn debió pasar sus últimos años entristecido por no poder trabajar en su música.
Haydn murió a los 77 años de edad, mientras Viena era atacada por las tropas de Napoleón. Sus últimas palabras fueron las que dirigió a sus sirvientes, tranquilizándoles acerca de las bombas que caían en la vecindad.
Su hermano Michael también fue compositor, aunque menos conocido.
Nació en Rohrau, una pequeña población cerca de Viena (Austria), y cerca de la frontera con Hungría, en 1732, y fue el segundo de los doce hijos de Matthias Haydn y Anna Maria Koller. El padre era fabricante y reparador de carros al servicio del conde Harrach.
Entró como niño cantor en el coro de la Catedral de San Esteban en Viena donde estuvo durante diez años, hasta que en 1749 Haydn alcanzó la edad en la que ya no pudo cantar tonos agudos, por lo que fue despedido del coro. Unos amigos lo acogieron en su casa, y decidió convertirse en músico independiente, transcurriendo diez años difíciles, en los que tuvo que trabajar en diversos empleos relacionados con la música, destacando el ser sirviente del compositor italiano Nicola Porpora. Haydn sacó partido de estos años al ir adquiriendo mayores conocimientos musicales, hasta el punto que compuso sus primeros cuartetos de cuerdas y su primera ópera, además de que su reputación como compositor empezó a crecer y se hizo conocido de personas influyentes de Viena.
Al final de este período, en 1759, Haydn recibió una oferta de empleo importante, que fue la de director musical del conde Morzin. Su misión consistía en dirigir la pequeña orquesta del conde y programar la música para cada evento. Al mismo tiempo componía, y escribió sus primeras sinfonías para la orquesta. El conde Morzin padecía dificultades económicas, por lo que a los dos años despidió a todos sus músicos. No obstante, Haydn encontró enseguida un empleo similar como asistente del director musical de la familia Esterházy, una de las más ricas e influyentes del imperio austríaco, y que residía en invierno en Viena y en verano en dos palacios de su propiedad, uno al sur de la capital y otro en Hungría. Los Esterházy eran amantes y conocedores de la música y le dieron todo el apoyo que necesitaba para su labor, incluso su propia pequeña orquesta. Empezó a trabajar para el príncipe Paul Anton Esterházy en 1762, y muerto éste al año siguiente, en 1763, sirvió a su hermano Nicolás llamado el magnífico durante casi treinta años. En su nuevo cargo, Haydn tuvo una gran responsabilidad, que consistía en componer música para cada ocasión, dirigir la orquesta, interpretar música de cámara con miembros de la orquesta y también de la familia, y organizar el montaje de óperas (presentaba todas las semanas dos operas y dos conciertos, además de las obras especiales para los visitantes destacados, y conciertos de música de cámara diarios en los que tocaba el propio príncipe la viola de bordón). A pesar del intenso trabajo, Haydn se consideró un hombre afortunado: " mi príncipe está satisfecho con toda mi obra, se me elogia, y yo como director de orquesta puedo hacer experimentos, observar qué refuerza un efecto y qué lo atenúa y hacer mejoras, intentando cosas nuevas".
Al ver que su situación era estable, Haydn se casó en 1770, pero el matrimonio no se entendía y no tuvieron hijos. Tuvo por el contrario una larga relación sentimental con una cantante de los Esterházy, con la que, según algunos biógrafos, tuvo uno o varios hijos.
Transcurrieron casi 30 años en los que Haydn trabajó en este cargo y en los que compuso un sinfín de obras. A lo largo de este tiempo su estilo fue desarrollándose y su popularidad fue creciendo. Con el tiempo llegó a componer tantas obras para su publicación como para los Esterházy. Obras tan conocidas actualmente como sus Sinfonías de Paris fueron compuestas en aquellos años. En 1781 Haydn estableció una estrecha amistad con Mozart, sobre cuyo trabajo había tenido alguna influencia en los años anteriores. Sintió una gran admiración por Mozart y por la maestría con la que había escrito sus recientes óperas y conciertos. Por su parte, Mozart se esforzaba en componer música de cámara que estuviese en su opinión a la altura de Haydn, a quien dedicó unos cuartetos de cuerda.
Un año después de la revolución francesa de 1789 que conmocionaba a toda Europa, en 1790, murió el patriarca de los Esterházy y su sucesor resultó ser un hombre sin interés por la música, que despidió a la orquesta y jubiló a Haydn. Con tal motivo aceptó la oferta de un empresario musical alemán para viajar a Inglaterra y dirigir sus nuevas sinfonías con una gran orquesta. Su estancia en ese país fue un gran éxito. Haydn alcanzó una amplia fama y tuvo considerables ingresos. En Inglaterra compuso también algunas de sus obras más sobresalientes, como las Sinfonías de Londres (entre ellas la Sinfonía nº 104 "Londres") y las Sinfonías Militares, el Cuarteto Reiter o el Rondo Gitano para trío con piano.
Habiendo considerado quedarse en Inglaterra, Haydn finalmente volvió a Viena, donde se hizo construir una gran casa, y decidió dedicarse a la composición de obras sacras. Escribió dos grandes obras, el Oratorio La Creación y el Oratorio Las Estaciones, así como seis Misas. También compuso los últimos nueve Cuartetos de cuerda. A partir de 1802 una enfermedad que había tenido anteriormente volvió a aparecer y se desarrolló hasta tal punto que ya no era capaz de componer, si bien en su mente las ideas de nuevas obras fluían con facilidad. A pesar de estar bien cuidado y no faltarle de nada, así como de tener amigos y ser un músico apreciado, Haydn debió pasar sus últimos años entristecido por no poder trabajar en su música.
Haydn murió a los 77 años de edad, mientras Viena era atacada por las tropas de Napoleón. Sus últimas palabras fueron las que dirigió a sus sirvientes, tranquilizándoles acerca de las bombas que caían en la vecindad.
Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México
Franck
César-Auguste-Jean-Guillaume-Hubert Franck (Lieja, 10 de diciembre 1822 – París, 8 de noviembre 1890). Compositor y organista francés de origen belga.
La obra de César Franck se divide claramente en tres períodos cronológicos que corresponden a otras tantas etapas concretas de su vida. El primero de ellos se inicia con las Variaciones brillantes para orquesta y el Gran trío para piano, violín y violonchelo, ambos de 1834, y se prolonga hasta 1848, año en que el músico contrae matrimonio e inicia su vida lejos del hogar familiar. La mayoría de las obras de este período están escritas para ser interpretadas en sus actuaciones como pianista, bien a solo o acompañando la voz o a grupos instrumentales de cámara. Baladas, Variaciones, Fantasías, dos Sonatas y diversas piezas a cuatro manos, así como un Gran concierto en sol menor (1835) son algunas de sus composiciones para el teclado en esos años. Un período de juventud bajo la férrea tutela de su padre cuya obra más destacada es el Trío concertante en fa sostenido menor, de 1841. Los llamados “años oscuros” se prolongan desde 1849 a 1872, año en que Franck es nombrado profesor de órgano en el conservatorio. La ópera nunca estrenada Le valet de ferme (El gañán), el poema sinfónico Redención, dos Misas y varias piezas de inspiración religiosa, entre ellas el famoso Panis angelicus, pertenecen a una etapa cuya cima, las Seis piezas para órgano de 1862, supone el comienzo de su reconocimiento fuera de los muros de Sainte-Clotilde, la iglesia de cuyo órgano Cavaillé-Coll sería titular hasta su muerte. Entre 1873 y 1879, año en el que comienza la prodigiosa década final con el Quinteto en fa menor, Franck escribe el oratorio Las beatitudes y los poemas sinfónicos Leonora y Las Eólidas. Los diez últimos años del compositor ven nacer una sucesión de obras maestras. Los poemas sinfónicos El cazador maldito, Los Djinns y Psyché, las Variaciones sinfónicas para piano y orquesta, la Sonata para violín y piano, el Preludio, coral y fuga, la Sinfonía en re menor, el Cuarteto de cuerdas y los Tres corales para órgano jalonan un período en el que Franck, rodeado de fervientes discípulos, consolida un lenguaje característico en lo armónico –la modulación y el cromatismo– y en la forma –cíclica– que tendrá gran repercusión en la música francesa de principios del siglo XX.
La música sinfónica:
El cazador maldito
Compuesto en 1882, este poema sinfónico se basa en una leyenda alemana narrada por Gottfried Burger (1747-94): El Conde del Rhin sale de cacería mientras suenan las campanas y se elevan los cánticos religiosos. La cabalgada del cazador se acelera pero, de pronto, el conde se queda solo, su caballo se niega a seguir y el cuerno de caza deja de sonar. Una voz de ultratumba lo maldice y surgen llamas por doquier. Asustado, el conde huye y es acosado por los demonios, que le persiguen a través del espacio. En la obra se percibe la influencia de Liszt, aunque Franck había escuchado también por entonces La rueca de Onfalia y La danza macabra de Camille Saint-Saens. El cazador maldito fue estrenado con gran éxito en la Société Nationale de París el 31 de marzo de 1883.
Variaciones sinfónicas para piano y orquesta
Escritas en el verano boreal de 1885 para el pianista Louis Diémer, quien las estrenaría en la Société Nationale el 1 de mayo de 1886 bajo la dirección del autor. Al igual que en el poema sinfónico para piano y orquesta Los Djinns, las Variaciones no son propiamente una obra concertante, sino una novedad en el género, en la que dos temas antitéticos son desarrollados por el piano y la orquesta a lo largo de tres movimientos que se suceden sin interrupción. El primero de ellos, Poco allegro, sirve de exposición a ambos temas; un breve desarrollo conduce al Allegretto quasi andante, integrado por seis variaciones de muy variado carácter sobre el segundo tema. El Allegro non troppo final, lleno de equívocos tonales, cierra brillantemente una obra que contribuyó a cimentar la fama de su autor.
Sinfonía en re menor
Transcurrieron casi cincuenta años desde el primer intento sinfónico del joven César Franck en 1840, fecha de su Gran sinfonía en sol mayor, hasta la que quizás sea su obra más conocida, la Sinfonía en re menor. Esbozada en el otoño de 1887 y concluida en agosto del año siguiente, fue dedicada a Henri Duparc y estrenada el 17 de febrero de 1889. La crítica la acogió con gran acritud; Gounod llegó a afirmar que era “la incompetencia elevada a dogma”. La obra, de maciza orquestación que recuerda a veces al órgano, consta de sólo tres movimientos, aunque el segundo, Allegretto, es en realidad una curiosa combinación de andante y scherzo que concede un papel solista al corno inglés. El Lento–Allegro non troppo inicial comienza con una frase similar a la de Los Preludios de Liszt y es enérgico y fuertemente cromático. La Sinfonía concluye con un expansivo Allegro non troppo en el que reaparecen todos los temas, reafirmando el marcado carácter cíclico de la obra.
La música de cámara:
Trío concertante núm. 1 en fa sostenido menor para piano, violín y violonchelo
Escrito por un César Franck de apenas dieciocho años, el Trío en fa sostenido (1840) es el primero de un conjunto de cuatro y en él surge por primera vez la forma cíclica tan cara al compositor. Se abre con un movimiento bitemático: un tema sombrío y agitado es seguido por otro de carácter contemplativo, el motivo que recorrerá toda la obra. El segundo tiempo, un Scherzo, incorpora dos tríos, en el segundo de los cuales reaparece el tema cíclico. La obra se cierra con un Finale en forma de sonata.
Quinteto en fa menor para piano, dos violines, viola y violonchelo
Como en la Sinfonía, Franck tardó casi cuarenta años desde el Trío en fa sostenido en regresar a la música de cámara. Lo hizo con el magistral Quinteto de 1879, dedicado a Saint-Saens y estrenado en la Société Nationale el 17 de enero de 1880, con el dedicatario al piano. Enormemente apasionada, la obra es de gran envergadura y complejidad y Franck adopta para ella una vez más la estructura cíclica. Consta de tres movimientos: un Molto moderato que comienza con una introducción dramática, desembocando en un tiempo rápido cromático y de amplio desarrollo; un Lento de largos temas melódicos en el que, no obstante, no decae la tensión y, finalmente, un fogoso Allegro non troppo, donde retornan los motivos cíclicos de los movimientos precedentes.
Sonata en la mayor para violín y piano
Obra capital de la música de cámara francesa del XIX, la Sonata para violín y piano ( Ver Video ) fue escrita en el verano de 1886 y dedicada al violinista Eugène Ysaye, quien la estrenaría en el Círculo Artístico de Bruselas el 16 de diciembre del mismo año y sería uno de sus principales difusores. La Sonata gozó desde el principio de una excelente acogida y, junto al Cuarteto, estuvo entre las piezas favoritas de Marcel Proust, que la citaría tácitamente en su novela En busca del tiempo perdido. Dividida en cuatro movimientos, el Allegro ben moderato inicial es una breve forma sonata que presenta el motivo cíclico de la obra y sirve de introducción a un Allegro intenso y apasionado. Sigue un inusual Recitativo–Fantasía, de original desarrollo. El final, Allegretto poco mosso, comienza con un canon entre violín y piano, de estilo pastoral, y a través de un luminoso recorrido tonal conduce a un clímax de gran brillantez.
Cuarteto en re mayor
El Cuarteto es una de las últimas composiciones de César Franck. Comenzado en el otoño de 1889, tras haber estudiado a fondo los cuartetos de Beethoven, el estreno se produjo el 19 de abril de 1890 y el éxito fue clamoroso. “¡Vaya! —exclamaría con cierta amargura el músico—, parece que el público empieza a comprenderme.” La obra, densa y marcada toda ella por el sello característico del autor —el carácter cíclico y la inestabilidad tonal—, se inicia con un Poco lento–Allegro de grandes contrastes, que culmina en una fuga. Siguen un Scherzo de sutil colorido sonoro y un Larghetto que es una mezcla de andante y rondó. El movimiento final, Allegro molto, adopta la forma sonata y por él desfilan de nuevo motivos y temas de los movimientos anteriores.
La obra para piano:
Preludio, coral y fuga
Obra de esplendorosa madurez compuesta en 1884, este “combate entre la sombra y la luz” y “una de las diez piezas fundamentales de la literatura pianística” para Alfred Cortot, hizo en cambio decir a Saint-Saens: “El coral no es un coral y la fuga no es una fuga; no se parece a ella más que un zoófito a un mamífero.” De una alta dificultad expresiva toda ella, el preludio es una insistente mirada sobre el abismo y va seguido, sin solución de continuidad, del coral, un tiempo lento doliente y misterioso, y, tras una bellísima modulación, de la luminosa Fuga.
Preludio, aria y final
La que podría ser considerada “la sonata pianística” de César Franck fue concluida en 1887 y estrenada el 12 de mayo del año siguiente por su dedicataria, la pianista Bordes-Pene. A diferencia del tríptico de 1884, se trata de una obra en la que predomina la claridad. Se abre con un majestuoso Preludio de amplio tema y delicado cromatismo. En el Aria, que adopta la forma de balada, las indicaciones “simple,” “melodioso” y “muy dulce” aparecen con frecuencia. El tumultuoso Final, de grandes contrastes, recorre temas de los otros movimientos, atravesando sucesivas tonalidades antes de disolverse en la brillante tonalidad principal.
La obra para órgano:
Seis piezas
La primera colección de piezas organísticas fue escrita entre 1860 y 1862 y está integrada por seis obras muy diferentes. La Fantasía es en sí misma un tríptico, de movimientos extremos lentos. La Gran pieza sinfónica, dividida en seis partes, anuncia las futuras sinfonías para órgano de Widor. El Preludio, Fuga y Variación, dedicado a Saint-Saens, comienza y concluye con una bella melodía acompañada y sería transcrito después para piano. La bucólica Pastoral fue dedicada al célebre organero Cavaillé-Coll. La Oración es una pieza bipartita basada en una especie de coral de corte romántico. Por último, el Final que cierra la serie es una pieza de exhibición con largos solos de pedal y acordes enérgicos.
Tres piezas
Compuestas para la inauguración del órgano Cavaillé-Coll del Trocadero y estrenadas por el propio autor el 1 de octubre de 1878, son más complejas y atormentadas que las Seis piezas. La Fantasía en La es una emotiva pieza en la que tiene un especial papel melódico el registro “voz humana.” El Cantabile posee un carácter religioso y sereno. Finalmente, la Pieza Heroica, sólida y vigorosa, comienza con un tema amenazador acompañado de acordes obstinados y concluye con un brillante y muy franckiano coral.
Tres corales
Auténtico testamento musical del compositor y ciclo fundamental en la literatura organística, los Tres corales fueron escritos durante el verano boreal de 1890 (el último sería concluido el 25 de septiembre) por un César Franck ya enfermo. El Primer Coral, un conjunto de variaciones en crescendo gradual hasta un final grandioso, “no es lo que se piensa; el verdadero coral se va haciendo durante el transcurso de la obra,” según indicó el propio compositor a su alumno D’Indy. El Segundo Coral consta de dos series de variaciones sobre una triste y austera melodía, separadas por un dramático recitativo. El Tercer Coral tiene estructura tripartita y contiene pasajes de tipo toccata y un lírico adagio, además de la sección propiamente coral, concluyendo de modo triunfante.
La obra de César Franck se divide claramente en tres períodos cronológicos que corresponden a otras tantas etapas concretas de su vida. El primero de ellos se inicia con las Variaciones brillantes para orquesta y el Gran trío para piano, violín y violonchelo, ambos de 1834, y se prolonga hasta 1848, año en que el músico contrae matrimonio e inicia su vida lejos del hogar familiar. La mayoría de las obras de este período están escritas para ser interpretadas en sus actuaciones como pianista, bien a solo o acompañando la voz o a grupos instrumentales de cámara. Baladas, Variaciones, Fantasías, dos Sonatas y diversas piezas a cuatro manos, así como un Gran concierto en sol menor (1835) son algunas de sus composiciones para el teclado en esos años. Un período de juventud bajo la férrea tutela de su padre cuya obra más destacada es el Trío concertante en fa sostenido menor, de 1841. Los llamados “años oscuros” se prolongan desde 1849 a 1872, año en que Franck es nombrado profesor de órgano en el conservatorio. La ópera nunca estrenada Le valet de ferme (El gañán), el poema sinfónico Redención, dos Misas y varias piezas de inspiración religiosa, entre ellas el famoso Panis angelicus, pertenecen a una etapa cuya cima, las Seis piezas para órgano de 1862, supone el comienzo de su reconocimiento fuera de los muros de Sainte-Clotilde, la iglesia de cuyo órgano Cavaillé-Coll sería titular hasta su muerte. Entre 1873 y 1879, año en el que comienza la prodigiosa década final con el Quinteto en fa menor, Franck escribe el oratorio Las beatitudes y los poemas sinfónicos Leonora y Las Eólidas. Los diez últimos años del compositor ven nacer una sucesión de obras maestras. Los poemas sinfónicos El cazador maldito, Los Djinns y Psyché, las Variaciones sinfónicas para piano y orquesta, la Sonata para violín y piano, el Preludio, coral y fuga, la Sinfonía en re menor, el Cuarteto de cuerdas y los Tres corales para órgano jalonan un período en el que Franck, rodeado de fervientes discípulos, consolida un lenguaje característico en lo armónico –la modulación y el cromatismo– y en la forma –cíclica– que tendrá gran repercusión en la música francesa de principios del siglo XX.
La música sinfónica:
El cazador maldito
Compuesto en 1882, este poema sinfónico se basa en una leyenda alemana narrada por Gottfried Burger (1747-94): El Conde del Rhin sale de cacería mientras suenan las campanas y se elevan los cánticos religiosos. La cabalgada del cazador se acelera pero, de pronto, el conde se queda solo, su caballo se niega a seguir y el cuerno de caza deja de sonar. Una voz de ultratumba lo maldice y surgen llamas por doquier. Asustado, el conde huye y es acosado por los demonios, que le persiguen a través del espacio. En la obra se percibe la influencia de Liszt, aunque Franck había escuchado también por entonces La rueca de Onfalia y La danza macabra de Camille Saint-Saens. El cazador maldito fue estrenado con gran éxito en la Société Nationale de París el 31 de marzo de 1883.
Variaciones sinfónicas para piano y orquesta
Escritas en el verano boreal de 1885 para el pianista Louis Diémer, quien las estrenaría en la Société Nationale el 1 de mayo de 1886 bajo la dirección del autor. Al igual que en el poema sinfónico para piano y orquesta Los Djinns, las Variaciones no son propiamente una obra concertante, sino una novedad en el género, en la que dos temas antitéticos son desarrollados por el piano y la orquesta a lo largo de tres movimientos que se suceden sin interrupción. El primero de ellos, Poco allegro, sirve de exposición a ambos temas; un breve desarrollo conduce al Allegretto quasi andante, integrado por seis variaciones de muy variado carácter sobre el segundo tema. El Allegro non troppo final, lleno de equívocos tonales, cierra brillantemente una obra que contribuyó a cimentar la fama de su autor.
Sinfonía en re menor
Transcurrieron casi cincuenta años desde el primer intento sinfónico del joven César Franck en 1840, fecha de su Gran sinfonía en sol mayor, hasta la que quizás sea su obra más conocida, la Sinfonía en re menor. Esbozada en el otoño de 1887 y concluida en agosto del año siguiente, fue dedicada a Henri Duparc y estrenada el 17 de febrero de 1889. La crítica la acogió con gran acritud; Gounod llegó a afirmar que era “la incompetencia elevada a dogma”. La obra, de maciza orquestación que recuerda a veces al órgano, consta de sólo tres movimientos, aunque el segundo, Allegretto, es en realidad una curiosa combinación de andante y scherzo que concede un papel solista al corno inglés. El Lento–Allegro non troppo inicial comienza con una frase similar a la de Los Preludios de Liszt y es enérgico y fuertemente cromático. La Sinfonía concluye con un expansivo Allegro non troppo en el que reaparecen todos los temas, reafirmando el marcado carácter cíclico de la obra.
La música de cámara:
Trío concertante núm. 1 en fa sostenido menor para piano, violín y violonchelo
Escrito por un César Franck de apenas dieciocho años, el Trío en fa sostenido (1840) es el primero de un conjunto de cuatro y en él surge por primera vez la forma cíclica tan cara al compositor. Se abre con un movimiento bitemático: un tema sombrío y agitado es seguido por otro de carácter contemplativo, el motivo que recorrerá toda la obra. El segundo tiempo, un Scherzo, incorpora dos tríos, en el segundo de los cuales reaparece el tema cíclico. La obra se cierra con un Finale en forma de sonata.
Quinteto en fa menor para piano, dos violines, viola y violonchelo
Como en la Sinfonía, Franck tardó casi cuarenta años desde el Trío en fa sostenido en regresar a la música de cámara. Lo hizo con el magistral Quinteto de 1879, dedicado a Saint-Saens y estrenado en la Société Nationale el 17 de enero de 1880, con el dedicatario al piano. Enormemente apasionada, la obra es de gran envergadura y complejidad y Franck adopta para ella una vez más la estructura cíclica. Consta de tres movimientos: un Molto moderato que comienza con una introducción dramática, desembocando en un tiempo rápido cromático y de amplio desarrollo; un Lento de largos temas melódicos en el que, no obstante, no decae la tensión y, finalmente, un fogoso Allegro non troppo, donde retornan los motivos cíclicos de los movimientos precedentes.
Sonata en la mayor para violín y piano
Obra capital de la música de cámara francesa del XIX, la Sonata para violín y piano ( Ver Video ) fue escrita en el verano de 1886 y dedicada al violinista Eugène Ysaye, quien la estrenaría en el Círculo Artístico de Bruselas el 16 de diciembre del mismo año y sería uno de sus principales difusores. La Sonata gozó desde el principio de una excelente acogida y, junto al Cuarteto, estuvo entre las piezas favoritas de Marcel Proust, que la citaría tácitamente en su novela En busca del tiempo perdido. Dividida en cuatro movimientos, el Allegro ben moderato inicial es una breve forma sonata que presenta el motivo cíclico de la obra y sirve de introducción a un Allegro intenso y apasionado. Sigue un inusual Recitativo–Fantasía, de original desarrollo. El final, Allegretto poco mosso, comienza con un canon entre violín y piano, de estilo pastoral, y a través de un luminoso recorrido tonal conduce a un clímax de gran brillantez.
Cuarteto en re mayor
El Cuarteto es una de las últimas composiciones de César Franck. Comenzado en el otoño de 1889, tras haber estudiado a fondo los cuartetos de Beethoven, el estreno se produjo el 19 de abril de 1890 y el éxito fue clamoroso. “¡Vaya! —exclamaría con cierta amargura el músico—, parece que el público empieza a comprenderme.” La obra, densa y marcada toda ella por el sello característico del autor —el carácter cíclico y la inestabilidad tonal—, se inicia con un Poco lento–Allegro de grandes contrastes, que culmina en una fuga. Siguen un Scherzo de sutil colorido sonoro y un Larghetto que es una mezcla de andante y rondó. El movimiento final, Allegro molto, adopta la forma sonata y por él desfilan de nuevo motivos y temas de los movimientos anteriores.
La obra para piano:
Preludio, coral y fuga
Obra de esplendorosa madurez compuesta en 1884, este “combate entre la sombra y la luz” y “una de las diez piezas fundamentales de la literatura pianística” para Alfred Cortot, hizo en cambio decir a Saint-Saens: “El coral no es un coral y la fuga no es una fuga; no se parece a ella más que un zoófito a un mamífero.” De una alta dificultad expresiva toda ella, el preludio es una insistente mirada sobre el abismo y va seguido, sin solución de continuidad, del coral, un tiempo lento doliente y misterioso, y, tras una bellísima modulación, de la luminosa Fuga.
Preludio, aria y final
La que podría ser considerada “la sonata pianística” de César Franck fue concluida en 1887 y estrenada el 12 de mayo del año siguiente por su dedicataria, la pianista Bordes-Pene. A diferencia del tríptico de 1884, se trata de una obra en la que predomina la claridad. Se abre con un majestuoso Preludio de amplio tema y delicado cromatismo. En el Aria, que adopta la forma de balada, las indicaciones “simple,” “melodioso” y “muy dulce” aparecen con frecuencia. El tumultuoso Final, de grandes contrastes, recorre temas de los otros movimientos, atravesando sucesivas tonalidades antes de disolverse en la brillante tonalidad principal.
La obra para órgano:
Seis piezas
La primera colección de piezas organísticas fue escrita entre 1860 y 1862 y está integrada por seis obras muy diferentes. La Fantasía es en sí misma un tríptico, de movimientos extremos lentos. La Gran pieza sinfónica, dividida en seis partes, anuncia las futuras sinfonías para órgano de Widor. El Preludio, Fuga y Variación, dedicado a Saint-Saens, comienza y concluye con una bella melodía acompañada y sería transcrito después para piano. La bucólica Pastoral fue dedicada al célebre organero Cavaillé-Coll. La Oración es una pieza bipartita basada en una especie de coral de corte romántico. Por último, el Final que cierra la serie es una pieza de exhibición con largos solos de pedal y acordes enérgicos.
Tres piezas
Compuestas para la inauguración del órgano Cavaillé-Coll del Trocadero y estrenadas por el propio autor el 1 de octubre de 1878, son más complejas y atormentadas que las Seis piezas. La Fantasía en La es una emotiva pieza en la que tiene un especial papel melódico el registro “voz humana.” El Cantabile posee un carácter religioso y sereno. Finalmente, la Pieza Heroica, sólida y vigorosa, comienza con un tema amenazador acompañado de acordes obstinados y concluye con un brillante y muy franckiano coral.
Tres corales
Auténtico testamento musical del compositor y ciclo fundamental en la literatura organística, los Tres corales fueron escritos durante el verano boreal de 1890 (el último sería concluido el 25 de septiembre) por un César Franck ya enfermo. El Primer Coral, un conjunto de variaciones en crescendo gradual hasta un final grandioso, “no es lo que se piensa; el verdadero coral se va haciendo durante el transcurso de la obra,” según indicó el propio compositor a su alumno D’Indy. El Segundo Coral consta de dos series de variaciones sobre una triste y austera melodía, separadas por un dramático recitativo. El Tercer Coral tiene estructura tripartita y contiene pasajes de tipo toccata y un lírico adagio, además de la sección propiamente coral, concluyendo de modo triunfante.
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¿En qué lugar se realiza el concierto Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México Yoo-Cornejo: Franck-Haydn?
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