Agosto, del autor norteamericano Tracy Letts es considerada como una de las mejores obras del actual teatro americano. Definida como “comedia negra” refleja el realismo descarnado que se llena de poesía y de sentido dramático sin necesidad de retórica; donde, como en la realidad, conviven la comedia con el drama.

 La versión que presentamos cuenta la historia de una familia reunida en una casa destartalada, degradada y envejecida a través del tiempo que se descompone igual que sus personajes, asfixiados por la situación y el calor pegajoso de unos días de verano donde todo se ha detenido y está a punto de desaparecer, aunque ellos no puedan darse cuenta.

En el fondo es una metáfora de nuestro mundo, de un mundo que ya nunca será el mismo y que se lleva por delante las ilusiones y los sueños de tres generaciones. El fin de algo y el principio ¿de qué? Esa es la gran pregunta que empieza a hacerse la voz de Ernesto, el padre de familia, tan lúcido que huye, nada más comenzar la obra, de un mundo que ya no le pertenece, que envenena los recuerdos. En ellos, es posible imaginar incluso una infancia feliz para las tres hermanas lleno de juegos infantiles, con padres atentos, con ilusiones puestas en el futuro. Pero el presente se ha convertido en una lucha dominada por los pactos, la obsesión por el dinero, el poder en las relaciones personales y la crueldad de la verdad. Una lucha que pone a los personajes frente al espejo y donde todos, al final contemplan su propia soledad.